“No traicionarás pero, de hacerlo, recuerda: Judas no es un nombre tan feo”
Y llegó el lunes, y me di cuenta de que todo lo que hice durante el fin de semana consistió en hacer el vago por casa, en vez de gozar de la abundante naturaleza que rodea los bellos prados de Olopte. Y no me arrepiento.
Yo, como todo ser humano que pisa la tierra, odio los lunes. Me despedí de mi madre para que se diera cuenta de que madrugaba como un bueno niño, y le dije que odiaba los lunes como ella odia la plancha. Mi padre interrumpió nuestra conversación con uno de sus típicos comentarios desagradables a la par que repelentes, pero en realidad, sobrados de razón:
“No es bueno odiar a los lunes, considéralos como el comienzo de una hermosa semana que te regala la vida”
Le dije que ahora le odiaba más a él y menos a los lunes, le di un beso de buen hijo y me fui apenado por mi profundo odio a los lunes. Sin embargo, no me dio tanta pena mientras me miraba al espejo del ascensor, (que pronto dejaría de ser un espejo debido al polvo que se le estaba acumulando) soñoliento y bostezando. Me juré delante de mí mismo, que el día que yo sea presidente, las semanas, empezarán en martes.
El rugido mañanero de mi estómago, causado por la desaparición en extrañas circunstancias de los Frosties, me auto-convenció para cruzar la calle Muntaner con el objetivo de comprar algo en el Bopan.
Fue en el preciso momento en que cruzaba, que una moto dobló la esquina a una velocidad fácilmente multable y por poco me mata. Que mal sería empezar la semana muriendo y sin haber desayunado, ¿no?
El hombre que por poco me arrolla, se podía clasificar con sólo observarlo un poco. Se trata de una emergente y temible banda que bautizo con el nombre de “Ejecutivos Agresivos”.
Estos criminales del asfalto se reconocen por llevar americanas (o en su defecto gabardinas) y recorrer las calles de Barcelona durante las horas punta a lomos de una potente T-Max.
Su dominio de la velocidad no conoce límites, igual que su total incapacidad para pedir perdón después de cientos de intentos de atropello o la seriedad de su rostro cubierto normalmente con unas gafas de sol oscuras.
Sin embargo, lo más paradójico es que no son ni quillos, ni canis ni cholos. Son padres de familia, que por lo general trabajan en el sector empresarial: pues sus prisas, su vestimenta y el maletín que llevan cundo bajan de sus feroces T-Max les delatan.
Espero que te hayas dado cuenta de que has visto a más de uno de estos villanos poseídos por el espíritu de Pepe, cuya agresividad y ansiedad hacen de nuestras calles un lugar tan inseguro como el Santiago Bernabéu.
Lancé un par de insultos que se perdieron en el aire, bloqueados por el ensordecedor ruido de su infernal T-Max, y acto seguido, entré en el Bopan.
Me atendió un chica joven, poco mayor que yo, bastante mona y, al ver que apenas nos debíamos llevar un año, me trató de una manera cómodamente informal.
-Que, no hem esmorzat a casa avui?
-Buf, no, no. Massa còmode s’està al llit.
-I bueno, que vols prendre?
-Mmm… el croissant més gros que tinguis.
Me alargó el pedido y no pude evitar lanzar un bostezo descomunal mientras buscaba las monedas exactas para que no tuviera que irme a buscar cambio.
-Tens un estòmac preciós –soltó la chica, que me observó mientras bostezaba.
Nos descojonamos de risa y nos presentamos. Ella se llama Laia y yo me llamo Lluís. Fue una de las pocas cosas más que nos dijimos, porque entraron Gigantón y su dueño y Laia tuvo que atenderlos. Me despedí con un sincero: ¡Hasta mañana!, y me devolvió con un: ¡Eso espero!
Ñam, ñam, delicioso croissant que me terminé ante las macizas puertas de la 0.1. Me saqué las costras dulces que tenía pegadas en las comisuras de los labios y crucé el umbral de la puerta bajo la atenta mirada inquisitoria del sr. Mesa.
Rellené el papelito de la permanencia y me senté en una de las mesas que hay cerca del túnel que conecta el campo de arena con la 0.1.
Lo que no sabía yo al sentarme en esa silla era que dos paletas estarían haciendo obras en el túnel.
Lanzo una pregunta al aire. ¿Has oído alguna vez un paleta catalán? Porque yo no. Nunca he oído que en vez de: “Uy, señora, esto de levantar un tabique de yeso le va salir por un pico, un “Uy senyora, això d’aixecar un envà guix li sortirà per un munt de calés”.
Y por no hablar de los piropos, una lista de frases obscenas con la que no acabaría nunca y fácilmente denunciable por
Me entretuve toda la hora escuchando las filigranas léxicas de esos dos personajes, que parecían poco ocupados en las obras que debían hacer y más pendientes del Barça-Madrid que estaba al caer.
Sonó el timbre del perdón y me fui sorprendido de lo rápida que me había pasado la hora, pero la depresión volvió a mí al ver al Germanet apoyado en la puerta: Teníamos mates.
El Germanet, apodado así por su pequeña estatura, entró en clase vestido como siempre, dispuesto a dar clase sin rodeos.
-Casi be segur, que el dijous tindreu un examen de mates, dels temes que estem fent aquests dies…
El ambiente se calentó porque como persona es muy majo, pero como profesor es de lo peor que he tenido en mi vida. Sólo digo que de no ser por Mario, el dios de las mates, la mitad de nuestra libreta estaría mal.
Sus constantes errores y equivocaciones que acaban con una frase magistral como es: Això pràcticament segur que és una semisuma de divisions, per consegüent, no us entrarà a l’examen.
Jaume Solanas, delegado (en funciones), consiguió aplazarlo al jueves, pero eso tampoco nos serenó demasiado. Se veía venir una catástrofe inevitable: un suspenso general.
Sabíamos que algún día pasaría esto, que tendríamos que volver a estudiar para un examen de mates. Y aunque suene extraño esto que te acabo de decir, así es. Voy a contarte una historia que conoces de sobra. Una historia que o bien te dolió en el corazón o bien ha sido una de las mejores alegrías de tu vida. La historia de cómo aprobamos el examen final de mates:
Esta historia se remonta a hace nada, segundo trimestre de 1º de Bachillerato. El Germanet nos dio la fecha del examen final de mates, que cayó exactamente en 24 de febrero.
La desesperación fue terrible, y lejos de sacar un 5, lunes y martes estudié un poco por encima para asegurarme no hacer el ridículo y evitar un 0. Como yo, aproximadamente la mitad de mi clase, los que suspendimos el 1r Trimestre.
Para más irni, el examen de mates era el primero de todos, el más difícil, y un suspenso garrafal en éste, supondría un duro golpe moral de cara a afrontar los demás exámenes.
Resignado, invertí el tiempo que me quedó vacío en otras asignaturas en las que estoy pez, como el Dibujo Técnico o
Llegó el miércoles y El Germanet, consciente de que no le aprobaría ni Dios el final, trajo el examen y nos dejó caer un par de tipos de ejercicios “que casi be segur” que saldrían.
En una de éstas, un par de chicos se levantaron a preguntarle una duda. Como lo que contaba era interesante, pronto se fue sumando más gente a la clase particular que estaba dando.
Fue entonces cuando Pol y Claudiher se dieron cuenta de que el examen estaba encima de la mesa del profesor. Vista la situación, nos levantamos tres cuartas partes de la clase y acorralamos hábilmente al Germanet, que arrinconado en un extremo de la pizarra, explicaba algo de una ecuación cuadrática.
Lo que el pobre viejo ignoraba era que una foto del examen hecha con un I-phone 4 estaba circulando a velocidades vertiginosas vía Mail y Bluetooth. Todo el mundo copiaba a mano las preguntas del examen que, por cierto, todavía conservo en el caucho de mi cuarto.
Nos habíamos comido el cebo del anzuelo y ahora teníamos que conseguir que el pescador no se diera cuenta.
Durante la hora siguiente tuvimos 60 minutos de tiempo libre porque Claudia Juanola nos dejó estudiar para el tedioso examen de mates. La clase, conmovida por el hecho de tener el examen final de mates, necesitaba organización. Y esto fue lo que decidimos:
- NADIE, bajo ningún concepto y SIN excepciones debe compartir esta información con gente de otras clases. * Solamente se aceptan dos distinciones: El Rosich y el Ràfols se lo pueden decir a sus hermanos/nas gemelos/las.
- Sed justos con vuestras notas. Si en vuestra vida habéis aprobado las mates, no saquéis un 9. Los demás, intentad mejorar la media pero sin dar demasiado la nota.
- Descuartizad, destruid, quemad, volatilizad y erradicad todas las pruebas de algún presunto robo de examen. Evidentemente, después del final.
A la mañana siguiente, quedamos todos los del C en
A la hora siguiente, la de Dibujo repartió el examen en la sala donde los del C hacemos los finales, la sala de Judo. Al ver que la cara del Rosich permaneció sin satisfacción, supuse que no debía ser el mismo examen y cagada la habíamos.
La siguiente en recibir el examen fue Xènia, (filósofa, pensadora y matemática del s.XXI) una chica de la que si te tengo que decir una cualidad, lo último que se me pasaría por la cabeza es la inteligencia. Hablando claro, es el ejemplo perfecto de la idiotez. Como diría el Sr. Mesa, es el bicho hipotético de patas cortas que no ha evolucionado y, por lo tanto, muere.
Total, que ésta privilegiada recibió el examen, se giró para que la viera toda la clase y con la cara, la sonrisa y los pulgares levantados, habló sin palabras. Efectivamente, cuando el examen aterrizó sobre mi mesa mi felicidad llegó a un orgasmo al ver que era el mismo que Mario me había enseñado a resolver de
Los finales duran hora y media, y a los veinte minutos se levantó Tatiana a entregar el examen.
-Que descarada, madre mía. – (su nota fue un 6)-
Terminé en media hora, y me puse a poner Tippex y a tachar cosas para que no pareciese un examen perfecto. Hice un poco de tiempo, y entregué el examen.
Pasaron los días y los pobres infelices del A y el B, empezaron a caer como moscas. Suspendidos por todas partes, gente que habiendo estudiado sacaba un 5, pero, lo más importante, nadie sabía la verdad todavía, nadie sabía que los del C habíamos aprobado con nota, la inmensa mayoría, Notables.
Aun así, estábamos cagados. ¿Cómo se explicaría el Germanet que hubieran suspendido tres cuartas partes del A i del B, pero en el C hubiera las notazas que hubo?
-Casi be segur que, no tots, però alguns heu copiat: Eh… Xènia, surt a la pissarra.
El Germanet hizo salir a los que más cantaron y les hizo repetir alguno de los ejercicios que habían hecho bien. Algunos se acordaron, y otros no, pero el Germanet tuvo que aprobarnos el 2º Trimestre a prácticamente todos.
Eso es todo. Esta es la terrible historia que hizo que, cuando salió a luz todo lo ocurrido (mes y pico después de que se pusieran las notas) la gente nos gritase: -Judes! Traïdors!
Eran tiempos difíciles para el C, pues nuestros amigos se negaron a entender porqué actuamos como actuamos, pero bueno, en el fondo… que me quiten lo bailado. “
LECTURA NO OBLIGATORIA: ABURRE, PERO TENIA QUE EXPLICARLO:
Si has leído esto y no vas al C, el punto 1 (NADIE, bajo ningún concepto y SIN excepciones debe compartir esta información con gente de otras clases) no te habrá hecho demasiada gracia. Y lo entiendo, pero… el sistema de silencio que adoptamos era necesario.
Cuando uno tiene un secreto, y evidentemente no quiere que los profesores se enteren, cuantas menos personas lo sepan, mejor. Es de cajón que si todo el mundo aprueba el examen final y además, con nota, habrá represalias para todos, porque el Germanet y el Manel, profesor de mates del A, no son tan tontos.
Pongamos casos prácticos: Digamos que, por ejemplo, lo decimos sólo a nuestros mejores amigos. Muy bien. Yo se lo digo a mi mejor amigo. Pero que te crees, ¿que los demás no tienen mejores amigos?
Así pues, descartada esta opción, pues se enteraría medio planeta.
-¿Y si se lo decimos sólo a los que van apurados en mates? – puedes pensar, ser irreflexivo.
Este es un caso utópico, donde si se lo decimos a los que van fatal (que, anda, da la casualidad que no son precisamente genios) estos necesitarán de seres superiores como Mario, que les resuelvan el examen. Y además. ¿Donde pones la frontera? Si yo veo que el de al lado se lo dice a su amigo, yo le iré a mi amigo y también se lo diré. ¿O tú no lo harías?
Descartada la segunda opción, descartadas todas. Pensarás que hemos sido injustos o egoístas, pero es muy fácil hablar desde la ignorancia y el desconocimiento. Al fin y al cabo, qué prefieres, ¿un 10 para ti y un 0 para los demás o un 0 para los dos?
Sin tener en cuenta que, cuando está en juego tu nota, te callas bastante, e incluso sacrificas a tus amigos que están en otras clases por tu propio bien, ya que si no lo haces, sólo consigues perjudicarte a ti mismo. Piénsalo, no es egoísmo puro y duro, es cuestión de seguridad. Aunque te duela, lo vas a tener que entender. No te pido que compartas mi idea, más que nada porque no sabes de qué estás hablando hasta que te encuentras en medio del marrón, pero si más no, no niegues que es el razonamiento que te ofrece más posibilidades de ganar. Y, a ver, siendo sensatos… ¿Quién se arriesgó a robar el examen y todas las consecuencias que ello conlleva?
A lo que íbamos, que me pierdo por las ramas. Fue una clase de estas interminables donde te empiezas a plantear si realmente se puede frenar el paso del tiempo con una melodía de siete notas y una ocarina.
Mario hizo una de sus intervenciones estelares donde demostraba que el Germanet se había equivocado y, por lo tanto, que yo y media clase arrancásemos la hoja donde habíamos estado escribiendo durante media hora.
En la 0.1 ya predije que el día sería un poco palo y así fue, como la arena del tiempo se fue escurriendo rápidamente cuando me encontré bajando por la calle con Marc a las 5 de la tarde.
Cuando llegamos a la bifurcación de nuestros caminos nos paramos como siempre delante del cristal del CineBank. Apoyé mis dedos húmedos y naranjas por el colorante de los Risketos y seguimos con la vista las novedades que había en la sección de juegos.
Yo no he hecho el bachillerato científico, pero diría que el corazón se te puede parar durante un segundo y la sensación es algo así como una mini-paro cardíaco.
Eso. Eso es lo que quiero describir. Esa sensación de que tus genitales hacen contacto en el hielo. Esa sensación de no encontrar el móvil en el bolsillo.
Eso, es lo que nos ocurrió cuando vimos que de todos los juegos que había, faltaba uno. Había desaparecido el mejor juego de acción surrealista de la historia. El Just Cause 2.
Vas a pensar, tú, que no fuiste capaz nunca de derrotar al Alto Mando…: Vaya par de enfermos. Pues te equivocas, y seré breve.
El Just Cause 2 es un extraño juego donde una tal Bolo Santosi (líder del ejército revolucionario, Los Segadores) le da una misión al protagonista, Escorpión, que armado con un gancho, debe sembrar el caos en
El juego se basa en ir por
La irrealidad del juego y el personaje de Escorpión, que es algo así como el maestro de Chuck Norris, hacen que tanto Jordi, Marc y yo seamos capaces de idolatrar como si de un Dios se tratase al Just Cause 2, la mejor demo de la historia.
Abatidos por la incomprensión que reciben este tipo de obras maestras del entretenimiento nos separamos doblando la calle cada uno por su esquina.
Me acordé que mi hermano me había dicho por la mañana que le dejase la mochila de deporte en la portería porque él la necesitaría por la tarde. Me intenté poner lo más serio posible y me dirigí al portero.
-Salvador, t’importa si et deixo aquí al motxilla?
-Bfuen, si nofebs una bobfba…
Mi portero, un hombre de constitución ancha, tiene tan solo tres o cuatro dientes. Destaca por tener muchísimo sentido del humor, pero de aquí a entenderle cuando habla, van unos cuantos… “com”?
-Com?
-Que si nofebs una bombfa…
-Com, com?
-Que si no es una bombfa, sí!
Mi bondadosa alma soltó una risa piadosa para reconfortar al hombre que tenía que repetir sus chistes tres veces porque la gracia se escapaba por esos agujeros negros que había en su boca.
Llegué a casa y me dirigí al lavabo sin pasar por la casilla de Salida. Álam había hecho de las suyas en el váter y cuando me estaba yendo del baño sonó el teléfono. Tuve que aguantarme las ganas de saciar mi vejiga (que no vagina).
Mi madre me comunicaba desde el trabajo que si quiera merendar había unos Donuts congelados en el cajón de la comida de Emergencia.
Extraño concepto que tiene mi madre de “Emergencia”. Para mí una emergencia es una insolación de andar seis días por el desierto, un desastre nuclear, una plaga de una enfermedad incurable, un examen de mates o un súbito ataque de corazón.
Ella entiende por emergencia no tener ingredientes para hacer la cena. Luego dicen que estamos en una sociedad donde la igualdad de género ya es palpable.
En fin, que meé y saboreé dos Donuts mientras, tumbado y mirando la tele, mi amigo el metabolismo trataba de eliminar las grasas de mi merienda descongelada del cajón de las emergencias.
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