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martes, 1 de febrero de 2011

8º Mandamiento

“Piensa, pero nunca digas todo lo que piensas: podrías equivocarte”

Abrí los ojos al llegar a Olopte. Que coincidiese con que ya estábamos muy cerca fue una casualidad, me desperté porque un terrible dolor de cuello de dormir en el coche me estaba matando.

Ayudé a mi padre y a mi hermano Juan María a descargar el equipaje, mientras mi madre hacía ver que paseaba al perro para escaquearse.

No había nada de merienda y a mi estómago no le sentó nada bien la broma, así que bajé al trastero a ver si veía algo comestible.

El trastero es como una nevera industrial. Es una sala fría subterránea que mantiene las bajas temperaturas mejor que la nevera de casa. Fisgoneé entre los montones de potes de garbanzos y “mongetes” (no uso la palabra alubias nunca, pero eso ya te lo contaré en otra ocasión) y sólo encontré una triste caja de galletas con tropezones de chocolate.

Asqueado por los topos de chocolate, extirpé con máxima concentración los tumores de aquellas galletas infectadas por la sustancia marrón de alto valor en cacao.

Sacié un poco el hambre y me aseguré la inmortalidad de nuevo.

Ya estaba libre al fin. Sólo, en medio de la nada, en medio de las calles que asfaltaron gracias a los odiados barceloneses, sin nada qué hacer ni a dónde ir. Suelo tener amigos en Olopte, el problema es que a veces no suben y me quedo más colgado que un jamón.

Con las manos en los bolsillos subí la calle que tiene el pendiente más mortal visto jamás y, agotado, me senté en la valla de Ca la Teresa a observar sus animalitos.

Es una granja bastante mona, con su precario techo de Uralita y sus animalitos sueltos por el patio.

Sonreí al ver los habilidosos patos que criamos en verano: Escorpión, Ñordo, Sheldon, Papato y Samus, aunque estaban tan crecidos que cada vez estoy más seguro que el magret de pato que nos comimos antes de la vuelta al cole (patrocinada por el malvado Corte Inglés) era mi poderoso Escorpión.

Qué gran bestia, mi pato. Esa fiera desdentada pero con un pico de acero y unas zarpas peligrosas le convertían en el pato más fuerte y rápido de todos. Nadie quería admitir que era el líder de la manada porque cuando se ponían todos a comer, él se metía dentro del bol con leche y acaparaba toda la comida. Ya os digo, es (o era) el puto amo.

Seguí El Camino y me crucé con Uriel, el cura, que es un gran santo, que me saludó con su perfecta sonrisa Oral B Vitality.

Unos pajaritos muy monos se pusieron a revolotear a mí alrededor, como esos pájaros azules que salían en la película de la Blancanieves, película que tanto tú como yo habremos visto unas 300 veces.

¿No hay palomas?-Me pregunté.- ¿Por qué? Por las calles de Barcelona tan sólo se ven estas ratas voladoras…

Me dan asco las palomas. A mí y a todo el mundo. Seres grises (no es engañéis, las palomas blancas sólo salen en el Antiguo Testamento, pero, si no recuerdo mal, también sale un hombre que separa el Mar Rojo con un palo; así que ya veis la credibilidad del asunto), voladores y muy, muy misteriosos.

¿Nadie cree que se llevan algo entre manos? ¿Nadie se ha sentido espiado por esa mirada vacía y despistada? ¿Nadie se cuestiona que esa manera de andar no sea sino que para disimular? ¿Nadie sospecha de que se junten en manadas y si te acercas de dispersan volando para que no oigas lo que dicen?

No sé vosotros, pero yo creo que traman algo, y visto el secretismo con el que llevan el asunto, probablemente hablen de conquistar el mundo. Ahí lo dejo. Espero no ser masacrado por mierdas palomeras después de revelaros su secreto y que confío también en que vosotros dejéis de alimentarlas con pan seco porque, el día que se subleven contra Barcelona y tomen definitivamente Plaça Catalunya diréis: Anda, pues tenías razón, estamos perdidos.

Mi monólogo fue roto por la dulce voz de Blanca, una anciana muy mayor que me invito a merendar a su casa. ¿Tú que harías? Puede que aprovecharse de una anciana esté conceptuado socialmente, digamos que mal, pero, ¿a quién le importa? Al fin y al cabo podría convencerte a ti de que lo hago para que tenga compañía y deje de hablarle a su gato. Y entonces, la cosa cambia, ¿no?

Así que entré en su casa, bastante mona por cierto, y me senté en una silla que soportó mis 50 y poco quilos entre crujidos y chirridos.

Me sirvió un vaso de leche deliciosa y me alargó una cajita con galletas de chocolate.

-Me cago en mi puta vida –pensé. -¿Y ahora que hago?

Intenté razonar científicamente si, en el caso de que mojase las galletas en la leche, podría disimular el sabor. Pero los argumentos teóricos no me convencían, así que me armé de valor y me metí una galleta en la boca:

1ª arcada. Un dulce y a la vez amargo sabor erizó mis paredes bucales, y un pequeño charco de color marrón estancado me estaba removiendo el estómago. Esas eran las peores galletas que he probado en mi vida.

-¿Què tal són aquestes galetes? –me preguntó Blanca.
Son una puta mierda, pero de algo me tengo que morir, ¿no? –pensé.

-Mmm, son delicioses! Que les has fetes tu? –mentí y pregunté.

-Au, no! Me les van regalar fa ja molts anys! Però com que tinc molt alt el sucre porten aquí des d’abans que tu nasquessis, noi!

2ª arcada. Podría demostrarte que el ser humano es capaz de aguantar máximo tres arcadas seguidas. A la tercera hay grandes peligros de vómito, a la 4ª es inevitable.

Jordi, el valiente que me salvó de las garras del Trias, sabe provocarse arcadas. A mi se me revuelve el estómago sólo de verlo.

Entonces se me acercó Neus, la gatita de Blanca. Esta gatita protagonizó una de las mayores obras maestras de la Organización XIII, que, como te imaginas, te la contaré ahora:

“Las personas que habéis estado leyendo esto, prácticamente os sonará todo. Muchos de vosotros habéis estado presentes en alguna de estas historias, o incluso las habéis protagonizado. Pero voy a contar algo que no creo que sepáis…”

La Organización XIII era una banda de jóvenes del pueblo que corría por las calles el verano de 1º a 2º de ESO. Estos trece chicos, de características y habilidades distintas, formaron una compañía que aspiraba a ganar dinero y bienestar.

En sus modestos inicios tenían que vivir de la picardía y el hurto, pero contaban, eso sí, con un cerebro técnico y previsor y con doce estupendas manos de obra. Para conseguir su principal objetivo, (una buena economía) necesitaban conseguir fama y buen nombre, para que luego, si querían vender algo, todos se acordasen de aquellos buenos chicos. Así nace el primer golpe maestro:


“Plan A: El secuestro heroico”

“Tarde de un viernes de medianos de julio. La Organización XIII está reunida en su centro de operaciones, en lo más profundo del laberíntico bosque septentrional.

XIII reunió a los demás compañeros porque había encontrado su primer trabajo. Tras contemplar que para tener éxito en las ventas el pueblo entero debería conocer de sus buenos actos, se le ocurrió un plan arriesgado pero prometedor.

-Muy bien, comentarios y preguntas al final. Este es el plan: Hoy es viernes. Digamos que hoy es el día 1. Nuestra misión consta de 5 días. ¿Sabéis quién es Blanca, no?

Todos asintieron. La conocían de sobras.

-Como sabréis, tiene una gata que se llama Neus que vive a cuerpo de reina. La mujer está sola y Neus es su única compañía, así que lo aprecia como si fuera su propia hija.

Hoy, los tres que tenéis hermanas pequeñas y acompañados de las niñas, ir a comprarle huevos a Blanca. Es fundamental que mientras los va a buscar y os habla, vuestras hermanitas se pongan a jugar con Neus.

-Día 2, se repite el proceso. Dos que vayan a comprar huevos de nuevo y que les acompañen las niñas. Decid que han insistido porque querían jugar con la gatita Neus.

-Continúo con el día 3, que caerá en domingo. Ese mismo día, Don Uriel, el cura, que es un gran santo, da misa a las 12, por lo que prácticamente todo el pueblo se vacía, Blanca intervalo cerrado.
Como sabréis su casa está rodeada por un muro de dos metros. Con una escalera humana de dos, entra uno y abre la puerta para que entren los demás. Entre un par se busca al gato y se le pone la correa y collar viejos de Álam o de Barto y nos vamos, pitando, hasta aquí, donde esperaremos los demás; que nos encargaremos de construirle una casita con cajas y un comedero y bebedero llenos.

-Acelero. Tarde de ese mismo día, haremos un mixto de los días 1 y 2. En esta ocasión, los que habían ido a comprar huevos los primeros dos días, irán por última vez a comprar huevos y a jugar con Neus. Esta vez, Blanca os dirá afectadísima que su gato ha desaparecido. Fingiréis estar muy preocupados y juraréis encontrarla. Durante lo que queda de día y el día 4, pegaremos en el tablón de la plaza y de la iglesia unos anuncios del gato desaparecido, e iremos por las casas preguntando si alguien lo ha visto.

-Ya casi acabo. No hace falta decir que Blanca le habrá contado a medio pueblo que su gato se ha escapado y que está muy sola, que no quiere que le pase nada malo y todas esas cosas, por lo que la tarde del día 5 le entregaremos a Neus heroicamente y recibiremos buena reputación por todo el pueblo, más una merienda asegurada.

Podéis aplaudir.

Al terminar su discurso se repartieron las tareas y, la siguiente vez que se reencontraron todos en su base arbolada, fue ese mismo domingo, con una gata llamada Neus bajo el brazo.

Todo seguía el estrecho camino que había ideado XIII, incluso la tarde del 4º día, Blanca se les puso a llorar mientras les contaba la extraña desaparición de Neus. Tan derrocada estaba, que las niñas también lloraron y trataron de consolarla.

Al llamar por las puertas de las casas a preguntar por la gatita Neus, les dieron varias chocolatinas y chuches porque estában siendo “muy nobles”.

Finalmente, durante el atardecer del dia 5 toda la Organización se presentó en casa de Blanca y le trajeron a su gatita Neus, que “había sido encontrada moribunda por los caminos perdidos de las montañas”.

Como predijo XIII, se pegaron la merienda de su vida en casa de Blanca que, emocionada y entre lágrimas y besos agradecía una y otra vez “la bondad de aquellos chicos que habían removido cielo y tierra para encontrar a su pobre reina.”

Y entre guiños y risas, los trece genios de la organización empezaron a ponerse obesos a chocolatinas, bombones y colacao. Todos menos uno. Todos menos XIII, que se desquiciaba mientras intentaba quitarle el chocolate a unas Chips Ahoy que parecían haber caducado en el s. XIV.

Y así fue como empezó la banda de ladrones y mercaderes más codiciosa y ambiciosa de todas: secuestraron a un gato y se lo devolvieron a su dueña. Aún quedan por narrar muchas historias sobre la Organización XIII, pero la siguiente será en otra ocasión.”

Le agradecí a Blanca la merienda y me fui a casa a hacer el vago. Cuando llegué no había nadie porque se habían ido todos a comprar a quesos a Francia, o eso ponía en la nota que me dejaron en la repisa junto a las llaves.

Subí al altillo donde tengo mi cuarto montado. Me espachurré en la hamaca muerto de aburrimiento. Inspeccioné el alrededor en busca de algo divertido:

  • Seis cómics de Mortadelo y Filemón que me sé de memoria hasta qué objetos le tira Filemón a Mortadela cuando se enfada.
  • Dos libros de “La peña dels tigres” que consideré para leerlos, pero perdí el lector de mensajes secretos y sin eso, esos libros son una basura.
  • Una rampa de miniskates. Sin miniskates tampoco vale para nada.
  • Una colección de unas 300 cartas Yu-gi-oh! que producto de estafas a cientos de niños durante mi infancia. Estaba ordenadas a la perfección, por Tipos, Ataques y Clases. Parecía ser que no era la primera vez que me aburría en el altillo.
  • Una Gameboy sin pilas con el Pokémon Amarillo insertado que pedía a gritos que lo sacase de aquella ranura asfixiante.

Finalmente me decidí por sacarle las pilas al mando de la tele y ponérselas a la Gameboy. Moví la palanca lateral hacia arriba y una luz roja se encendió con máximo esplendor. Pensé que no funcionaba, pero el problema es que la pantalla es una porquería. Alucino con que de pequeño pudiera jugar al Pokémon con esa filfa de pantalla sin iluminar.

Debía decidirme:

CONTINUAR
JUEGO NUEVO

OPCIONES

Seleccioné JUEGO NUEVO porque no tenía pensado guardar y reemplazar aquellos gloriosos datos con lo que te digo que, sin querer impresionarte, fui campeón de la Liga Pokémon.

El juego en seguida me llamó la atención.

Aparte de que todo estaba en mayúsculas y todas las frases te las decían chillando (Véase que siempre hay exclamaciones) la musiquita evocaba en mí recuerdos maravillosos.

Un hombre con bata que decía que prefería estudiar que luchar y que se hacía llamar profesor Oak me preguntó si era chico o chica. Me hizo dudar incluso a mí. Le di a ¡CHICO! como creo que es evidente para mí, que no para Carmen de Mairena…

Al cabo de nada el Profesor Oak me dijo que mi mayor rival era su nieto. Acto seguido me preguntó, a mí, el nombre de su nieto.

A ver, que porque yo veía la serie y todos sabemos que se llama Gary, pero… ¿qué clase de abuelo no sabe el nombre de su nieto? Supuse que padecía de alzheimer y no se lo tuve en cuenta: ¡GARY!

A los tres minutos me acordé de lo duro que fue para mí elegir mi Pokémon Inicial. Ese ha sido, sin duda alguna, una de las decisiones más complejas de nuestras vidas.

A ti, a mí, y a todos, con siete años, se nos planteó un drama terrible. Debíamos escoger entre Bulbasaur, Charmander y Squirtle. Planta, Fuego y Agua. Los japoneses, muy listos ellos, hicieron que cogieses el que cogieses hubiese uno que tuviera ventaja sobre el tuyo.

Entonces piensas: si los tres son igual de fuertes, me fiaré por el aspecto. Mierda. ¿Un minidinosurio con una cebolla en la espalda, una lagartija con cola de fuego o una adorable tortuga con cola de ardilla?

Eso no es justo para un niño de siete años. Y yo, con unos cuantos más, dudé un buen rato y finalmente escogí a ¡BULBASAUR!

Tras toda una tarde de píxeles y músicas autodestructivas, mi Bulbasaur se volvió invencible y humillé al primer líder del Gimnasio. Tengo que decir que me da a mi que los japoneses que inventaron el juego no han estado en su vida en un gimnasio. Apagué la Gameboy y le devolví las pilas al mando de la tele.

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