Ue! Eres el visitante

miércoles, 23 de febrero de 2011

Prólogo

Un poco de todo, un mucho de nada


Cerré el maldito libro de Bécquer. Estaba de las poesiítas de Sara cansadito ya, es más, empezaba a odiar fuertemente la poesía, las rimas, las leyendas, y a Bécquer también.

Sara Tejerina, para los que no la conozcáis, es mi profesora de castellano. Una víbora, depredadora de alumnos que disfruta viendo sus caras cuando dice:

-Celia Crego, 4,9. ¡Tendrás que presentarte al examen de recuperación si quieres aprobar mi asignatura!

Luego la Tejerina suelta una risa maligna y de su boca sale un monstruo verde con granos y unos ojos desorbitados como los de un camaleón, que se come a Celia para que, posteriormente, Sara engulla a su propio engendro.

De acuerdo, puede que esto último me lo haya inventado, pero sucedió así en una pesadilla que tuve hace unas semanas.

En realidad, cerré el libro porque tenía hambre. Pero no un hambre de ese que te hace pensar cosas como; -Ay, me apetecería comer porque he desayunado poco-, no, no… era ese tipo de hambre que dices; -Tengo que comer ya porque, o muero yo, o me como al perro.

Así que me dirigí a la cocina. Abrí la nevera, pero rechacé los yogures porque les tengo manía. Todo lo demás, pongo en duda que fuera comestible. Volví al cuarto pero no podía ponerme a leer el libro, pues el hambre no me dejaba hacer nada. Fui de nuevo a la cocina, abrí otra vez la nevera y, asombrosamente…no. Nada nuevo.

En eso que cuando me iba de la cocina, vi de reojo un fuet colgado en un gancho que habíamos usado siempre para colgar embutidos, el cual no se me había ocurrido mirar porque llevaba muchos días vacío.

Lo devoré en 0, pocos segundos y su sabor me hizo generar tanta saliva que podría haber llenado una garrafa de ocho litros.

Ese descanso, ese “break” como dice mi hermano, me había sentado la mar de bien. Miré el reloj y creí que me podría acabar el libro de una vez, pero en cuando me tumbé en la cama con la intención de leer, se puso en marcha lo que yo llamo:

El efecto break: Fenómeno extraño que prolonga el tiempo de la duración de una pausa (break) por motivos ajenos a tu voluntad.

Me explico: Tú miras la hora, (las 19:34) y QUIERES leer. ¿Pero que pasa? Que no puedes. ¿Y por qué no puedes? Porque has hecho una pausa hace un momento, y tu cerebro QUIERE prolongar la pausa. Mentalmente, redondeas la hora y piensas: -Bueno, pues a las 19:45 me pongo otra vez.

Pero ya es demasiado tarde, tu cerebro te ha ganado una batalla, y si cedes una vez, tu amiguito se hace invencible y sucumbes a sus caprichos una y otra vez. Por este motivo, irás alargando el “break” hasta que a tu mente le plazca.

Técnicamente, no perdí el tiempo porque eso es físicamente imposible. Digamos que invertí el tiempo en el Facebook, el mata-tiempos mejor logrado de la historia.

Como decía eran las nueve, y dejé el Facebook. No lo dejé porque quisiera eh, lo dejé porque se fue la conexión. Un día de estos, los de Jazztel me van a oír.

Evidentemente no leí, volvía el run-run de mis tripas, pero para la suerte de mi perro, mi padre había llegado y estaba preparando la cena.

Mi perro se llama Álam. Ni Álan, ni Ádam: Álam. Lo digo porque yo tengo una voz un poco nasal, y a veces la gente subnormal confunde mis “m” con otras letras. Para evitar esta tonta confusión inventé un mote afectivo infalible: Alitos.

Cené y vi la televisión. Mi compañero de cuarto y yo, compramos una tele a medias y es una de las mejores inversiones de mi vida. Ah y por cierto, este compañero del que he hablado se llama Marc. A veces, es eso a lo que la RAE llama hermano. Digo a veces porque por mucho que sea tu hermano mayor, es con quien compartes cuarto, y el hecho de ser el mayor, le hace ser algo parecido a un dictador.

Afortunadamente, comparto cuarto con Marc y no con Juan María, mi otro hermano, el mayor de todos, un cerdo que tiene el cuarto que da asco entrar. Es cruzar la puerta y una atmósfera putrefacta te ataca, congestionando tus sentidos y obligándote a abandonar esa cuadriga. Hay varios factores que causan este efecto, estudiados por señores licenciados y con bata blanca, que han dicho que:

  1. La torre del ordenador, provoca un intenso calor y sobrecarga el ambiente. Es algo muy parecido a la niebla, pero esta caliente.
  2. Una ilimitada colección de calzoncillos y calcetines usados, con su técnica del vuelta y vuelta Campofrío. Con esta técnica, justifica el uso higiénico de las cuatro caras de un calzoncillo y las dos de un calcetín.
  3. La única ventana del cuarto, que encima da a la galería, la tiene cerrada porque el muy listo puso un armario que no le permite ventilar esa pocilga.

Creo que no he hablado de mí. Aviso que me encanta, llamadme narcisista, pero mi nombre es Lluís, aunque me suelen llamar Freixes (para los lentos, Freixes es mi apellido). Vivo en Barcelona, la mejor ciudad del mundo. Y ahora sí que no exagero.

Voy a 1º de Bachillerato en La Salle Bonanova. No es por alardear, pero soy un chaval listo de los que estudian para el suficiente y sacan un notable. Odiadme si queréis, pero os cansaréis en seguida… Detesto la gente parada porque derrocho energía por todos lados y soy aquel tipo de optimista que cree que se puede resolver un atasco de tráfico tocando el claxon. En cuanto a amores se refieres, no tengo novia, ni falta que hace. Prefiero estar enamorado de todas, como Bécquer, el del libro que…

-¡Mierda, el libro!

Ya era demasiado tarde, pasaban de las doce y no había acabado el libro. Sara Tejerina iba a comerme como en la pesadilla del otro día…

miércoles, 9 de febrero de 2011

1r Mandamiento

“Odiarás a Bécquer por encima de todas la cosas”


Eran las siete en punto de la mañana. Sonó en mi móvil una melodía del Zelda, me quedé en la cama, y odiando a Zelda y a toda su familia, apagué la cancioncita y bajé de la litera.

Todavía dormido, no me rompí el tobillo bajando por la escalera de milagro. El metro y medio que había entre la cama y el armario se hacía eterno, y creía que no llegaría nunca. Tras una ardua batalla con la llave, conseguí abrir la puerta y cogí, todavía cegado, una camiseta y un pantalón al azar.

Por cierto, yo dejo jugar mucho al azar, unas veces se gana, otras se pierde, pero lo mejor es que nunca vas a saber que pasará. Y créeme, si hubiera escogido una camisa de manga larga en pleno verano, me la hubiera puesto. No soy de los que se hecha para atrás cuando fallan.

Total, que salió una camiseta amarilla y un pantalón tejano azul oscuro, y no me podía quejar, eso era un 8 y medio en la escalera de la suerte.

Pero la fortuna me tenía dos Jokers preparados, y pronto llegó el primero.

¿Se puede saber que pasa en mi casa con los calcetines? O sea, abro el cajón y ahí están, riéndose de mí, 6 calcetines desaparejados, todos de marcas y colores distintos. Entonces es inevitable que pienses: -Si yo tiro los calcetines a lavar de dos en dos, ¿porqué salen sin su pareja?

¿Es acaso la lavadora poseedora de una dimensión desconocida donde se lleva mis calcetines, y allí juega con ellos al escondite?

¿Puede que sea una conspiración de Artengo basada en la autodestrucción de los calcetines pasado X tiempo?

¿No será la asistenta, que tiene una afición secreta para coleccionar calcetines y luego quemarlos cuando llega el solsticio de verano?

No lo sé, lo que sé es que me dirigí al cuarto de mi hermano mayor, pero me olvidé la mascarilla anti-gas mortífero, no olvidemos que eran todavía las siete y poco, y me daba palo tener que ir a pedir una al cuartel del ejército más cercano que hubiese. Así pues, contuve la respiración y abrí la puerta, y en menos que Messi marca un gol ya estaba fuera, pero con una mala noticia, y era que este no tenía calcetines no usados.

Puedes pensar que soy tonto, por no haberle cogido los calcetines a Marc, que encima duerme en mi cuarto, pero no tienes ni idea. El general Marc, toca-pelotas de profesión, me tenía prohibido tocar su armario, y bajo ningún concepto yo debería cogerle nada. Por mi propia seguridad.

Entonces, se me ocurrió que a lo mejor había calcetines tendidos en el lavadero, y fui a mirar. Al fin los encontré, sólo tenía que cruzar la cocina y ya eran míos. Pero ahí entró en juego el segundo Joker. Mi pie, descalzo como siempre, entró en contacto con una superficie mojada, situada al lado de la pata de la mesa. Ese líquido que impregnaba mi pie, era sin duda un meado de Álam.

Demasiados tropiezos en la escalera de la suerte, para ser sólo las siete y cinco. Alargué el brazo para coger el calcetín que ese día tendría premio y fui a la pata coja por toda la casa, actividad peligrosa de por sí, súmale la dificultad de que apenas hacía cinco minutos yo estaba flotando en una nube, pero no de las del cielo, de las de chuche. Rodeado por regalices, lenguas de gato, sugus, chupa-chups, ositos de goma, y un largo etcétera de aportadores de azúcar que me pedían ser devorados.

Cogí el ocho y medio, unos calzoncillos y los calcetines y me fui a la ducha, todavía dando botes como un loco, que la vecina de abajo ya debería estar llamando a la policía.

Cerré la puerta del baño y giré los grifos del agua a potra, a ver si el agua salía caliente o fría. Mientras se graduaba el agua me quité el pijama, una vieja camisa dada de sí de Doraemon y un pantalón mega-elástico. Me miré al espejo, me guiñé el ojo y me reí, sólo, delante de mi mismo.

El agua había salido correctamente, ardiendo a más no poder. ¡Cómo me gusta hervirme vivo bajo el teléfono de la ducha!

Me miré a los pies. La gente dice que es la parte más fea de las personas. Yo creo que no. Se les hace buling a los pies, ¿no crees? Para empezar, siempre están a la sombra de las manos, dejando a los reyes del inframundo el trabajo duro, aguantar todo lo que peses. Además, siempre están asfixiados, primero por los calcetines y luego por los zapatos.

Mientras apagaba la ducha, pensé que si fuera un pie sería el pie más desgraciado del mundo. Ahí todo el día sudado, con 55 quilos encima mío y para colmo, los míos pisaban meados. Luego reí pensando que peor es ser el pie de un obeso.

Al salir, hice lo habitual: calzoncillos, desodorante (siempre en spray, nunca de los de bola) el conjunto del ocho y medio y los calcetines con los que el azar se rió de mí. Me puse las bambas al llegar al cuarto, hice la cama en fracciones de segundo y cogí las tres cosas sin las que una persona no puede salir de casa: Llaves, cartera y móvil. Miré la hora en este último y parecía mentira que hubieran pasado sólo treinta minutos.

Fui a la cocina para hacerme el bocadillo, y mientras se descongelaba el pan en el microondas, hice la mochila. Entonces lo volví a ver, mirándome con soberbia, un hombre joven que respondió en algún momento del pasado por Gustavo Adolfo Bécquer. Más pesado que una vaca en brazos y el hombre más ñoño que ha habido en la tierra. Al menos hasta la página 42, donde me quedé el día anterior.

Pensé que el hombre este debería estar partiéndose de risa en su tumba, pensado en el abrumador castigo que me impondría Sara. Di con el libro un golpe seco contra el marco de la puerta y lo guardé en la mochila.

Sonó el “clinc” del microondas y pude acabar de hacerme el bocadillo. No me compliqué la vida, abrí una lata de atún y dejé caer su contenido encima del pan; es lo bueno de hacer los bocadillos de atún, que el pescado en sí ya incluye la sal y el aceite.

Lo metí en la mochila y esperé a que fueran y las ocho menos cuarto mirando la tele. Molan los anuncios de la mañana, sólo venden cuchillos y cámaras de aire Restform. Bajé a la calle y ví llegar a Xavi Pujol, un fantástico amigo con el que quedo enfrente de mi casa a y 45 todos los días de mi vida. Lo primero que me dijo fue:

-¿Te has leído el libro?

-Nops, y Sara me matará.

Por el camino (unos cinco minutos) hablamos de lo de siempre, que si Barça, que si Español…(pobrecito Xavi, que es del Español…) del culo de su amor platónico y de qué asignaturas tocaban hoy.

Me senté, como desde hacía mucho tiempo, al lado de Laura, al fondo de todo, alejado del mundo entero, el lugar idóneo para hablar durante horas.

Sonó la campana y nos tiramos a la puerta como si no hubiéramos visto una en nuestra vida. Así nos comportábamos siempre, cada vez que el reloj de la clase marcaba las once, la una y cuarto o las cinco.

A patadas y empujones una masa de personas luchaba para llegar hasta el extremo del pasillo mientras otra, la que iba a buscar a sus amigos en otras clases, sufría la ira de chicos que ansiaban tocar el palo de la portería para no tener que empezar haciendo de portero.

Yo como siempre, no estaba de acuerdo con ese sistema, porque los del C y los del D estamos más lejos de la salida al patio que los del B y los del A. Pero evidentemente, jamás me quejé públicamente sobre este tema.

Hablé con Marc sobre el examen de castellano que los del D acababan de hacer, pero nada,, el examen era oral y Sara escogía los capítulos al azar.

Marc, de quien me oiréis muchas veces hablar, es mi mejor amigo. Nos conocemos desde 5º de primaria y somos inseparables. Él es un chico algo gordo (dice que tiene los huesos anchos, pero eso no se lo cree ni él), simpático, gracioso, tímido y muy frío. Él mismo es una mezcla de sal y azúcar, con un resultado, digámoslo… curioso.

Hicimos una rápida, y me tocaba chutar a mi cuando sonó la campana. Quedábamos vivos Trias, Quim, Xavi, Marc y yo. Me preparé para chutar y sonó la campana.

Siempre he pensado, ¿porqué le llamaran la hora del patio, si nos dan quince minutos?

Chuté de todas formas y Marc, que hacía de portero, logró desviar la pelota y la mandó al sitio donde aparcan los coches que traen la comida ( o algo parecido a lo que dan de comer) a la cocina del colegio.

Todos se fueron tirando para clase, y nos quedamos él y yo discutiendo sobre quién debía ir a buscar la pelota.

-Què collons dius? L’has enviat tu allà!

-Eh, eh, et calmes, vale? A més la bola anava massa forta com per parar-la!

-Ah, i l’havies de tirar a la cuina? Vés a buscar-la va!

- Et recordo, que l’últim cop i vaig a anar jo! Osigui que baixes i els hi dius: -Perdoni, em dóna la pilota?

-Ja! Que no saps com és el Caraoliva? Em menjarà si hi vaig jo! Vés-hi tu que a més, jo ara tinc l’examen del Bécquer!

Nos miramos callados. Cuando discutimos y acabamos en silencio siempre recurrimos a lo mismo para solucionar el conflicto:

-Al millor de tres?

-Al millor d’un, que no tinc temps.

-Vale va. Un, dos, tres, pedra, paper, tizora, un dos tres, ya!

Mierda. ¿En qué Universo el papel ganará a las tijeras? Como mal perdedor que soy le acusé de hacer trampas pero él se fue rápidamente. Bajé a por la pelota mientras pensaba en porqué había sacada papel y no piedra, y me libré de la bronca del Caraoliva porque me abrió la puerta una Ompa-Loompa de la limpieza.

Y al llegar a clase, me esperaba Sara con su voz de doña repelente:

-Llegas tarde, Lluís. 5 minutos tarde… pero hoy es tu día de suerte y vas a poder ser el primero en hacer el examen. – y se rió. Le faltaba decir un: ¡Y yo seré la dueña del mundo!

No entiendo a esta mujer, me pone nueves de actitud pero me odia profundamente.

Puso unas frases para analizar (ya sabes, eso que luego en la vida usas día si, día también) y salí con ella fuera de clase.

Me preguntó algo extraño. ¿Para qué mentir? La Tejerina es lista y se las sabe todas, de modo que tragué saliva y opté por decir la verdad.

-Sara, no me he leído el libro.

Se me quedó mirando atónita. Me dijo que le haría un mes de permanencias y que hiciera salir a Trias.

No creo que quien lea esto no sepa qué es una permanencia, pero lo explicaré de todas formas. Una permanencia es un castigo sádico, vil, malicioso, e insensible. Consiste en tener que ir al colegio una hora antes para estar encerrado en una sala de estudio. Por si fuera poco, esta sala está custodiada por el Mesa, así que nadie puede decir ni pío si quiere llegar vivo a fin de mes.

Le hice una señal a Trias y me senté en la silla, pensando en lo duro que será levantarme cuatro semanas a las siete. Algún capullo me preguntó si era fácil la pregunta que Sara me había hecho.

-Gilipollas- dije en voz baja…

Y me puse a buscar Sujetos, Complementos Directos, Indirectos y circunstanciales en una oración que decía: “Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar”…

Reconocí esa frase. Bécquer intentaba matarme, pero lo que no sabía era que aquél día soleado de marzo me había hecho el favor de mi vida.

2º Mandamiento

“Mentirás. Y mucho”


Pasé todo el día jugando a hundir la flota con Laura i Trias. Estos dos son mis compañeros más cercanos de pupitre.

La primera, una chica con la que la que he pasado muchísimos días sentado, con quien he compartido incontables ataques de risa en clase, a quien le he contado todo lo que pienso y de quien debo saber media vida. La llamamos Laura, la mochuela, -como el maldito niño de El Camino- por sus ojos.

Es encantadoramente sutil y desprende un dulcísimo olor a vainilla que te deja adormecido. Y eso que mi sentido del olfato es más malo que la Coca-cola Hacendado.

Trias, es robusto y está fuertísimo porque es bueno jugando a balonmano. A ver, lo de bueno es relativo, porque un deporte al que juegan cuatro payasos si eres malo, retírate. Digamos que yo soy bueno que te cagas jugando a curling.

Además de “buen deportista” destaca en los números, y quedó dentro de los mejores de Catalunya. Y sí, a mi también me da arcadas. A parte de esto, es muy buen chico y un amigo en quien puedes confiar.

Ése día perdí en todo. En el piedra-papel-tijera y en los barquitos (parece ser que poner los barcos en los extremos no es una buena táctica…). Ahora que lo pienso, ¿Por qué si pisas una mierda da suerte, pero si pisas un meado todo te sale mal?

Así pues, las horas pasaron entre risas y juegos, como siempre. A la hora de la libertad, las cinco de la tarde, fui con Marc hasta mi casa. La pregunta era inevitable.

-Què Lluís, has aprovat l’examen?

-Tséh, que va... Li he dit que no me l’he llegit i m’ha posat una mes de permanències!

-Waaah! Vaya putada, no?

-Pfff… Ya veus… Si almenys estiguéssim d’examens, doncs estudiaria, pero hi aniré a perdre eltemps!

-Quina rabia de dona, com es sobra!

Estuvimos todo el camino poniendo verde a Sara, y cuando estaba a punto de entrar en mi portal, me preguntó si iría a la cena de clase. Eso se había complicado, si mis padres se enteraban que me habían castigado a entrar durante un mes una hora antes, me secuestrarían en mi propia casa. Así que si quería ir, debería inventarme una buena historia.

Mientras subía los 35 escalones que hay para llegar a mi casa, pensé que Sara me había castigado porque no me puede suspender la asignatura. En castellano saco unas notazas impresionantes, pero me paso las clases sin hacer nada de nada. Por ejemplo, el otro día me vio hablando con Laura y dice:

-Vosotros ahora ya sabréis dónde nació Miguel de Cervantes y cuándo, pero el señorito (dice “señorito” de una manera que le arrancarías la cabeza de cuajo) Freixes nos lo repetirá para los que no os haya quedado claro…

-En Alcalá de Henares, señorita (con su mismo tono) Sara. Y el año ahora mismo creo que fue en 1457, pero no estoy muy seguro…

-Pues deberías prestar más atención en clase. Aún siendo esta pésima, ha acertado. Se salva de otro negativo, por los pelos. Ya puede estar dando las gracias a quien se lo haya chivado.

Como le jode mi habilidad para usar las dos orejas i las dos partes del cerebro a la vez, desarrollada durante toda mi vida para poder hablar en clase y al mismo tiempo, estar atento de las explicaciones del profesor. Y me castiga con un mes de tortura. La muy guarra.

Para variar, no había nadie en casa. Vacié los 40 kilos de libros que llevaba en la mochila, me tumbé en el sofá y me quedé viendo la tele un rato. Puedes pensar…¿Pero Lluís, por qué no haces los deberes?

Ay…listillo, listillo, tanta ignorancia me abruma…

Mi regla de oro es la siguiente: ¡Los deberes para el día siguiente se hacen a las once de la noche! A no ser que sean de Mates , Física o Inglés. En eso caso, no se hacen. Y pasamos a la técnica del: Em dic Lluís Freixes i confies en mi perquè trec bones notes”:

Para realizar esta técnica necesitamos:

a) Una libreta del curso anterior con abundantes apuntes i ejercicios del año pasado.

b) Saber decir “Sí” de manera que suene creíble.

c) No es obligatorio, pero es una ventaja que el compañero que va antes que tú (o sea, si eres el número 10, me refiero al número 9) no haya hecho los deberes.

Ahora pasamos a la práctica:

-Ignacio Dayas, has fet els exercicis?

-Mmmm...no...

-Negatiu...així no aprovaràs pas mai!…Lluís Freixes; has fet els deures?

-Sí. (Hay que ensayar este “sí” para obtener un resultado 100% infalible).

- A veure…

Tú, en un acto de solidaridad con la profesora decides enseñárselos desde el sitio.

-Mira, aquest és el 22, aquest el 23, bé aquest no sé si m’ha sortit bé perquè em dóna decimal…, aquest el 24 i el d’aquí darrere el 25.

-Molt bé, Lluís ara els farem a la pissarra i fixa’t com es fa el 23, d’acord?

-Vale, vale.

Y esto es todo. Llevo desde 3º de ESO sin tocar las libretas de estas asignaturas usando la famosa técnica del: Em dic Lluís Freixes i confies amb mi perquè trec bones notes”

Hay varias asignaturas que odio a muerte. Una es mates. Las mates las tengo cruzadas porque tuve un profesor que convertía las clases en horas donde me daban ganas de clavarme las tijeras. Era una hora (aunque se hacía eterna) para deprimirse, nadie hablaba y el profesor gritaba:

-Freixes i Forn, permanència!

No sabes como me odiaba ese hombre. Lo tuve en 2º, y me suspendió la actitud los tres trimestres, incluso teniendo notables en los exámenes.

Las naturales les tengo manía por el mismo motivo, pero hay una larga historia detrás de esto. Y, como no, te la voy a contar.

Todo ocurrió un jueves, poco antes de la Semana Santa. Yo iba por aquel entonces a 1º de ESO, y mi tutora era Rosa Ventura, una enanita con una voz de pito, insufrible, que tenía un diploma en su casa que ponía: “Soy una exagerada”. Era además propensa a coger bajas por depresión, lo que tampoco nos daba mucha pena, pues descansábamos de ella una temporadita.

En mi colegio hay unos laboratorios científicos a los que íbamos sólo algunos días. En realidad, como eran bastante pequeños, la clase se dividía en dos grupos, del 1 al 15 i del 16 al 30.

Mi pareja de laboratorio era Quim Forn, un chico de cualidades académicas entre pésimas y muy pésimas que destacaba en el fútbol como nadie. Es uno de mis mejores amigos, por eso hacía yo los ejercicios de laboratorio, para que al menos no le quedasen las ciencias suspendidas.

Un martes fuimos el primer grupo a ese laboratorio, caracterizado por su extraño olor a alcohol, sus paredes de cristal perennemente sucias y aquellos inestables taburetes de tres patas, que no sé como de milagro nadie se rompía la crisma cada vez que se caía.

La disposición de las mesas era dictada por Isabel Rumañá, profesora de naturales y coordinadora de 1º y 2º, del Opus, con 6 hijos, todos tan feos como la madre, de la que os voy a contar su vida:

“Érase una vez una mujer fea, a la que sus dos cientos hijos habían absorbido todo el volumen de sus…, bueno, de lo que algún día habían sido tetas. Era cruel, ruin y despiadada, pero nunca alzaba el tono, sino que te susurraba que te quería ver muerto. Era una ninja, silenciosa pero mortal. Si por ella fuera, estaríamos todos muerto, nos habría matado a la mínima que hubiera podido, y más después de lo que sucedió aquella semana…”

Ese martes hicimos clase en el laboratorio normal y corriente, con sus miradas fulminantes de puro odio y rencor y sus estúpidas amenazas:

-Qui trenqui un tub d’assaig el pagarà! Y aviso que valen 20 cèntims cadascun!

Pobrecita imbécil… Jamás nadie rompió nada, aunque más de uno le hubiera lanzado el microscopio en toda la cara cuando ponía permanencias por dejarte los taburetes mal puestos.

Pues nada, salimos del laboratorio como un día normal, y nuestros compañeros (los que iban los miércoles) hicieron lo mismo que nosotros. Bueno, lo mismo, mismo, no.

Llegó el jueves que decía al principio. Solía entrar sin hacer ruido, caminando sigilosamente como si de una asesina se tratase. Pero ese día llegó a clase, y sin motivo aparente, gritó:

-Senteu-vos tots ara mateix! Silenci! Qui pronuncï una sola paraula ara, està perdut!

Miré a Marc. Sus ojos, sumidos en el mayor espanto que jamás recuerdo haber visto en otros, buscaron respuesta en los míos. Nada. Suspiramos abatidos a la vez. La Ninja había roto el mito. Lo que no sabíamos era que Rumañá, pasaría a la historia por lo que aquel día hizo:

- Mireu, ja sabeu que jo no sóc la vostra tutora però sóc, a part de la vostra professora de ciències, la coordinadora, i el que ha fet aquesta classe no té perdó de Déu. (Empiezan a cruzarse caras de:“¿Pero qué dice la loca ésta?”).

-L’altre día es va produir un accident lamentable al laboratori, que podria haver causat danys gravísims a un alumne o com ha passat, a un profesor, més concretament al Sr. Tomás Merino.

(Yo sabía quien era ese hombre. Mi hermano me había hablado de él, era tutor de 3º y además, amante de Rosa Ventura, lo cual complicaba las cosas muchísimo más).

-El cas es que algun graciós temerari i incoseqüent ha posat boletes de paper a un bec Bunsen, que ha provocat una flamerada que ha arribat fins al sostre, causant cremadures d’alt nivell al profesor en qüestió.

(Por cierto, pocos sabían quién había sido, aunque afortunadamente, yo me encontraba entre ellos). Las pusieron Héctor y Pau. A este último le llamábamos Donkey Kong por su complexión y su cara de mono cabreado. Aunque le puse yo aquel mote, éramos bastante amigos y me supo mal que se fuera del colegio.

-Així doncs, agafeu un paper y un boli i escriviu amb tot detall totes les coses estranyes que vau fer aquell dia. Sense excepcions!

A lo que íbamos, como yo no fui y hubiera sido imposible que me culparan, aquí está lo que escribí, que aún conservo en la carpeta y que por cierto, debería ser ordenada:

“Era un matí trist y opac de març. Els carrers estaven impregnats d’aigua i relliscaven perquè per la nit havia plogut. Gota rere gota, el terra patia callat sota l’atenta mirada de la Lluna, que paradójicament restava tapada pels negres núvols, invisibles en la foscor nocturna. Va ser això el que em va decidir a portar aquell paraigües verd pistatxo que atentava contra la salut visual de les persones, destrossant les seves retines amb aquell mànec de color groc; un paraigües que semblava tret d’una carrossa del festival de l’orgull gay. Portar a classe aquell paraigües va ser l’única cosa estranya que vaig fer aquell dimarts. Demano perdó”. Lluís Freixes 1r ESO B

Evidentemente, nadie puso en un papel (que dudo que jamás fuera leído, porquela Rumañá se los dejó en el pupitre), que habían sido Pau y Héctor. Y por cierto, pasado un tiempo me alegré de no que mi nota no la viera nadie, porque creo que Isabel me hubiera apuñalado a sangre fría.

Siguió hablando la paranoica esta a grito pelado:

-Molt bé, mentres escribíeu he arribat a certes conclusions: L’accident s’ha produït un dijous, per tant, si les boletes de paper haguessin estat posades un dimarts, la flamerada s’hauria cobrat la mà del Sr. Merino el dimecres. Osigui que queden exemptes des del número 1 fins al 16.

La flama va sortir del bec bunsen de les taules 29 i 30, corresponents a Marc Roig i a Pau Rocosa -Lo dijo con un tono de “os vais a cagar” que me dio miedo hasta a mí-.

Por eso yo lo sabía, me lo había contado Marc, que se encontraba en aquel tenso momento, relajadísimo, sin preocupaciones. Con el odio que le tenía la Rumañá, podría haberlo culpado a él y quedarse tan ancha. Pero entonces, arriesgué mi vida haciendo un comentario para defender a mis amigos.

-Però Isabel, podria haver sigut qualsevol, no?

Dudó un momento. Yo creo que meditaba si lanzarme un shuriken asesino ydecir: -Uno menos; o de verdad me entendió. Al final ganó cara en su cara y cruz mental y me salvé de una muerte asegurada.

-Cert…en qualsevol moment que jo em distragues podrien haver ficat la boleta de paper els companys del davant, Héctor Poncelas o Xavier Pujol.

En seguida saltó Xavi con un:

-Jo estava malalt aquell dia.

Era cierto y ni con sus técnicas de Hattori, La Rumañá podía cambiar la realidad.

Así que mi oportuno comentario había permitido que el círculo de sospechosos ganara otro candidato a la mortífera estrella ninja que sería arrojada al culpable.

Puedes pensar: -Pero Lluís, eres un hijo de puta! Por tu culpa el tal Héctor ha sido acusado!.

No. No conoces a Héctor. Él es el típico imbécil que se cree que es Dios porque su padre está forrado. Podría decirse que era Draco Malfoy, el rubio de Harry Potter. A veces te insultaba y se reía solo, pero un día pegó al Sola, el típico niño raro de clase, y Pau le soltó una bofetada que dejó al hijo de papá llorando en el suelo.

Así que cuando “por mi culpa” (más bien “gracias a mi”) sospechó de Héctor Poncelas a nadie le pareció que yo hubiera sido un traidor.

-Osigui que han sigut o Héctor Poncelas o Pau Rocosa o Marc Roig. Sortiu fora de clase un moment si us plau. –siguió la demoníaca mercenaria.

Las más de veinticinco personas que quedamos todavía con cabeza mirábamos expectantes tras el cristal, ansiosos por ver dientes volar, lluvias de puñetazos y mucha, mucha sangre. Pero no, la vida no te sonríe cuando tú quieres.

Lo que fuera sucedía era una secuencia que se repetía continuamente. Era algo como…

Silencio. Mucho silencio. Demasiado silencio. Gritos. Silencio. Mucho silencio. Demasiado silencio. Gritos… y así sucesivamente, hasta que entraron de nuevo. Todos vivos y sin heridas visibles.

Pero lo mejor era con Marc. ¡Cómo se notaba que la Rumañá lo odiaba a muerte! Siempre que pegaba broncas y lanzaba sus amenazas iba todo dirigido a él y le llamaba de todo menos guapo. Pero lo mejor eran las provocaciones de Marc, basadas en sus sistemas lógicos de justicia.

Eran ya menos cuarto y la Rumañá no había encontrado culpable directo, así que empezó a pegarnos el gran discurso ofensivo, dirigido obviamente a Marc Roig. Y a media charla…

-Marc Roig?!?! -Fueron las dos sílabas más pronunciadas aquel día- Com t’atreveixes a parlar-me així!? Em faràs una setmana de permanències!

Marc se rió, y además a carcajada limpia. Le di un golpecito por debajo de la mesa y le susurré que si se había vuelto loco. Rió más todavía. Las venas del cuello de la Rumañá se hincharon hasta que cuando parecían a punto de reventar gritó:

-Fora de clase ara mateix!! No tornaràs a entrar a les meves classes per falta de respecte!!!

-Jo m’en vaig, pero m’agradaria puntualitzar un petit detall-con una sonrisa de “ahora me toca a mi”-. La que m’està faltant el respecte ets tu, tu ets la que m’està acusant sense proves. I a sobre cridant com una histèrica.

Cubrió el silencio de nuevo la clase, pero esta vez no lo rompieron los gritos. Le aplaudimos. Aunque estábamos con las partes íntimas redonditas en el cuello, le aplaudimos. Es algo que recordaré toda la vida; la mirada de odio que nos lanzó a los que, asombrados todavía, glorificábamos a Marc.

Afortunadamente, este cerró la puerta justo al decir “histèrica”, porque de no ser por eso la mujer le mataba. Y esta vez no exagero ni hago bromas de ninjas, no, no. Le hubiera matado con sus propias manos.

Los tres sospechosos quedaron impunes porque jamás nadie confesó delante de la Rumañá nada. Aunque odió para siempre a Marc y las clases fueron una tortura psicológica, suena un poco macabro, pero no me arrepiento que le quemasen la mano al Merino. Al fin y al cabo, pasamos una hora en clase con tanta tensión que jamás, jamás, podré olvidar.

Tan terribles fueron las clases de Naturales a partir de aquel día que les cogí manía de por vida, y por eso hago el 4º de ESO con las asignaturas de tecnología.

A lo que iba, que mirando la tele se me hizo muy tarde y llegó mi madre a casa. Evidentemente estuve pensando algo creíble para poder ir a la cena de clase.

-Tu avui no tenies un examen o no sé què?

-Ah, sí, molt fácil.. A sobre m’ha preguntat l’últim que m’havia llegit…

-Tens una sort sempre…

-Per cert papà, divendres tinc el sopar de classe, i acabarà a les 2 o així, vale?

-Mmm, bueno, bueno, no es molt tard per nois de la vostra edat?

-En realitat dissabte li hauria de donar quatre classes el Marc de català perquè no en té ni idea, i m’ha dit de quedar-me a dormir a casa seva después del sopar i em va molt bé a més perque a ell el vindra a buscar el seu pare a la 1 o així.

-Vale, però el dissabte a les 2 i mitja vens a dinar, no?

-Sí, sí.

La excusa para ir ya la tenía. Y si lo has visto raro, has acertado. Evidentemente, no le voy a dar clases de catalán (aunque debería porque sabe de catalán lo que yo sé de la cría de mejillones en estado salvaje), no volveremos a la 1, no le vendrá a recoger su padre y lo de quedarme a dormir en su casa es el chollo más grande del mundo porque en esa casa no existe la ley. Entras y sales a la hora que te dé la gana.

Me habrán puesto más de 20 permanencias durante toda mi vida en la ESO, y aunque mis padres sabían de la existencia de tal tortura, ellos creían que a mí nunca me habían castigado.

Pero lo difícil fue encontrar una mentira suficientemente grande para tapar que cada día me vaya una hora antes de casa. Pero me iluminé tras un rato de meditación y puse en marcha el plan: Benvolguts pares.doc

Tras media hora en el Word, conseguí crear una hoja como las que nos dan en el cole para que nuestros padres se enteren, por ejemplo, que hay piojos o que cambian al director… Para conseguirlo, escaneé una nota anterior, recorté con el Paint el logo de “La Salle Bonanova”, y me puse escribir:

Benvolguts pares dels alumnes de 4t d’ESO. S’acosta el final de curs i l’any que ve, els alumnes que romandran al centre s’hauran d’ajustar als nous horaris de Batxillerat. Tal com es va comunicar en les reunions de pares d’inici de curs es suprimeixen les hores de la tarda del divendres, però totes les classes comencen a les 8h.

Amb aquests horaris, pretenem aconseguir una millor organització per a l’escola, que durant les tardes els alumnes puguin estudiar a casa i que siguin conscients que s’ha de matinar per a poder gaudir més del dia.

Salutacions ben cordials. Florenci Bové

Cap d’Estudis

Barcelona 17 de març de 2010

Imprimí la hoja y la recorté con cutter para que el trazo fuera perfecto. Aproveché mi fama de dormilón para sacar partido, ensayé un poco en voz baja y fui a mi madre con voz de desesperado.

-Mamá! Mamá! L’any qye vé hauré d’entrar cada día a les vuit! Mira això! –le di la carta-.

-Mmmm Osigui que entrareu una hora abans… És clar, com que no vam anar a la reunió de pares no ho sabíem…

-Però és que quin pal! I amb el que em costa a mí aixecar-me a las vuit, a las set serà mortal!

Este comentario era básico para que a mi madre se le ocurriera una idea, que yo ya había pensado previamente. Lo bueno era que si la idea salía de sus poderes de deducción, se creía que había encontrado una solución magnífica, y en caso de que alguien pusiera en duda la idea, al ser suya, la protegería con uñas y dientes. Y sonó la música celestial con el:

-Mmm…Ah, ya sé! ¿Por qué no coges la costumbre y te levantas estos días una hora antes?

Ya casi lo tenía, pero hay que dar un último toque maestro para que se crea que “su idea” es buenísima y asegurar el punto al 100%.

-Hala! Però què dius! ¿Qui serà el tonto que “practiqui” per despertar-se abans?

Lo primero es negarlo, luego decir algo como “tonto” ;que después tu madre pueda echarte en cara. Es importante no pasarse, porque puede que ella eché atrás “su idea” al ver que la atacas demasiado. Si esto funciona tienes el set asegurado.

-Bueno, tu veuràs.

Dejé pasar media hora y fui a la cocina para hablar con mi madre. Me dirigí a ella, y con un tono de vergüenza…

-Mami, he estat pensant…i potser sí que em funcionara lo de despertar-me abans aquests díes…

-Jajajaja! Ho veus? Qui és el “tonto” que practica ara, eh? Jajajajaja Ai Lluís, Lluís, si es que, què faries sense la teva mare? Per cert, Com voleu avui la tonyina: a la planxa o tipu Sashimi?

-Sashimi. Però a la salsa posa-li més Wasabi, que l’altre dia va quedar una mica sosa.

Punto, Set y Partido.

Salí de la cocina y fui al lavabo. Me miré al espejo y choqué la mano con el tío que está tan bueno que hay al otro lado.

-El puto amo –me dijo en voz baja.

3r Mandamiento

“No matarás, pero desearás hacerlo muchas veces”

1r día de penitencia. Miré el reloj de la 0.1. No pasaba el tiempo. Alcé la vista para ver a mis compañeros de castigo y pude ver en sus caras el auténtico significado de la palabra aburrimiento.

El guardián que vigila la sala se llama Modest Mesa, el más duro de todos los profesores que he tenido. Nadie hablaba en sus clases, y si lo intentabas te echaba de la aula a patadas. Tiene muchísima más autoridad que el coordinador o el director, y un grito de los suyos te sume en un estado de total petrificación. No exagero.

El silencio era causante de impulsos suicidas, pero el no hacer nada era incluso peor. Mientras leía por enésima vez los mensajes grabados a compás sobre la superficie de la mesa (desde un simple “Tonto quién lo lea” hasta el más complejo “Aquí se sentó Alejandro Magno” o el “Made in China en el año 357a.C” dando a conocer la antigüedad de las mesas, que cojean de las cuatro patas); algo cayó encima de la mesa.

Un extraño trozo de metal grisáceo, doblado de manera magistral en forma de “z”, algo que antiguamente había sido un clip. Lo examiné con los dedos y me vino algo a la memoria.

“Después de aquel accidente en el laboratorio, la tutora que por aquel entonces teníamos, Rosa Ventura, aprovechó que a su marido le habían causado “una perillosissima flamerada que li marcarà la mà de per vida”, para cogerse un par de semanitas de baja.

El colegio, acostumbrados ya a las vacaciones de semejante imbécil, nos puso una substituta nueva, Pilar Román.

Mi hermano, que iba a 2º de Bachillerato, me contó que hubo un antes y un después en la manera de ser de Pilar.

Se ve que Pilar estaba explicando y había un chico que estaba hablando.

Pilar, ofendida, le preguntó si se podía callar. Y el niño le dijo:

-Tú a mí no mes haces callar, Substituta!

Ese “substituta” sonó algo parecido a “prostituta”, y la que se armó en clase fue de escándalo.

Desgraciadamente, nosotros tuvimos a la Pilar d.P (después de prostituta), y disfrutaba siendo de lo más borde.

-Pilar,¿Cómo se hace para saber si la oración es impersonal?

-Mira imbécil, yo no he venido aquí a hacer amigos, si quieres una amiga te vas a un bar, pero a mi no me toques los cojones con tus dudas de mequetrefe, ¡subnormal!

La pobre víctima de estos ofensivos ataques, se iba a su pupitre medio llorando.

Otro día por ejemplo, cogió a una chica (quién había dicho en voz baja que ojala volviera pronto Rosa Ventura), la empujó contra la pizarra, se cubrió la cara con las manos y dijo:

-¡Vigilad, que la mierda salpica!.

Todos nos partimos de risa (Hay que reconocer que aunque cruel, es muy graciosa) y la niña se fue llorando de clase.

Todos estos ataques propiciaron una revuelta popular, dirigida por el delegado, sea a ser, yo, que consistía en ir lanzando clips mediante el conocido mundialmente como “Procés de Manipulació de Projectils”. Los inventores de tal proceso, Marc Roig y Pau Rocosa, dejaron escrito un manual para tontos de cómo crear el proyectil:

  1. Agafem un clip. (Aquest pas és bàsic)
  2. Dobleguem l’extrem exterior de manera que desfem la corba i el clip tingui un extrem molt llarg
  3. Desfem el clip de manera que quedi un extrem llarguíssim, una corba i un petit trosset que mira en la mateixa direcció que l’extrem
  4. Ara, dobleguem el clip fent que lextrem curt miri a l’esquerra, el llarg a la dreta, i que tingui forma de “z”, amb l’extrem llarg situat a la part inferior de la lletra
  5. Ara, agafa un paperet i pinta-hi alguna cosa (per exemple, una bandera), fes-li un foradet i deixa’l penjant de la corba de l’extrem llarg.
  6. Ho tens? Bé. Ara agafa una carpeta. Fica la goma dins la corbatura de l’extrem curt.
  7. Tensa la goma i deixa-la anar de cop.

El clip, sale disparado a una velocidad suficiente como para clavarse en el techo, y la banderilla queda colgada al viento.

El descubrimiento llenó de color el techo de la clase, pero se nos fue de las manos y con tanta bandera acabó pareciendo Eurovisión.

Teníamos clase a las 3 de la tarde con José Luis, profesor de geografía. Pasaron los minutos y él no llegaba. De repente, el haz de luz que cruzaba la clase desapareció. El cielo empezó a oscurecer: Nubes negras taparon el cielo, amenazando a los pobres ciudadanos que atónitos, contemplaban con miedo el umbrío firmamento.

Sonó un trueno y como si de un disparo de salida se tratase, la lluvia cayó con enorme intensidad.

En el momento en que todos mirábamos por la ventana, se oyó un portazo. Y allí estaba José Luis, con una escoba en la mano y con cara de enfadado. Pudimos comprobar el enfado en cuestión de segundos:

-¿¡A ver, pedazos de burros, os pensáis que los profesores somos imbéciles!?¿¡Creíais que no veríamos como tenéis el techo?!

Acto seguido, empezó a dar escobazos como un lunático contra las baldosas de caucho donde estaban los clips, haciendo caer estos de manera que parecía una lluvia de cuchillos.

Tras más de diez minutos recogiendo clips, nos hizo sacar la agenda a todos y quiso que escribiéramos:

Como soy un completo inútil, durante las clases de estas semanas me he dedicado a tirar clips de un modo muy imaginativo al techo de las aulas, deteriorando así, el material escolar. El profesor José Luis ha tenido la “delicadeza”(Pequeña observación: lo puse entre comillas porque delicadeza no es ir dando golpes de escoba a lo loco) de quitar los clips ,que tras ser contados, han dado la cifra de 46 clips con sus respectivas banderas. En consecuencia, TODOS los alumnos de 2ºESO B, harán dos permanencias durante los días 14 y 15, y como al parecer les gusta tanto la geografía, se tendrán que presentar a un examen OBLIGATORIO de dicha asignatura durante tales permanencias.

Espero que salgan escarmentados con este castigo. Disculpen las molestias.

Al día siguiente vino Rosa Ventura, recuperada después de sus dos semanas de baja. No contenta con el primer castigo, añadió en mi nota:

Y yo, Lluís Freixes, como cabecilla de esta banda de inconscientes, deberé dimitir del cargo de delegado.

La muy idiota nombró delegada a la subdelegada, (que si no recuerdo mal, sólo obtuvo 4 votos) y la clase quedó huérfana de su voz, quien muy egocéntricamente, contesta a nombre de Lluís.”

Me guardé el clip en el bolsillo y sonó el timbre de la sala de tortura. Recogí la mochila y los libros que había sacado para hacer ver que trabajaba, me la puse al hombro y salí, juntamente con docenas de castigados más, de aquella tenebrosa aula.

Una vez fuera, caí con que aquella mañana había cumplido un 1/30 parte de mi castigo, lo que me causó una enorme depresión y ganas de matar a Sara. Eché para atrás la idea, al fin y al cabo, eso es delito. Aunque creo que también es delito la sobreexplotación y la tortura, y ella no se queda corta. La muy subnormal.

Como las permanencias acaban a menos cuarto, me sobraba algo de tiempo, así que recorrí el enorme y desierto pasillo de la 0.1. Allí estaban colgados para la posteridad, decenas de orlas, y sus miles de caras en blanco y negro.

Vi a muchos hombres y mujeres que ahora deberían tener entre 50 y 80 años, engominados con un bote entero cada uno (luego dicen que el cambio climático es culpa nuestra) y con divertidísimos nombres como Edelmiro, Prisciliano o Querubiana

Mientras andaba y contemplaba las caras de espanto de los ex-estudiantes del colegio, no me di cuenta y llegué hasta el final del pasillo. Allí, hay una sala dividida por un pequeño muro. A la izquierda, se vendían las ropas de deporte de La Salle Bonanova.

Una vez más, los hermanos vaciaban los bolsillos de los padres, fabricando sus propias mochilas, batas, estuches, gorros de piscina, pantalones, toallas…

Auque lo más indignante eran las camisetas:

“Pongamos que tenemos un hijo que hace 1º de primaria y va a la clase del A. El primer año deberemos comprar, entre muchas otras cosas, una camiseta La Salle Bonanova de color rojo, el color del A.

Como nuestro hijo tiene 6 años, crece muy rápido, de modo que probablemente durante los próximos 2 o 3 años le tendremos que comprar mínimo, una o dos camisetas más de las rojas.

El niño llega a quinto, y cambian a los chicos de clase. Tienes sólo un 20% de posibilidades que tu hijo siga en el A, de modo que pongamos que va al B. Ahora tienes la obligación de comprarle una camiseta La Salle Bonanova de color amarillo, el color del B.

Más tarde, en 1º de ESO, el chico vuelve a ser mezclado y vuelves a tener un 20% de aprovechar la camiseta, puesto que en el caso de que fuera al A, le quedaría pequeña, y tu deber como su padre o madre es comprar una camiseta La Salle Bonanova, azul celeste, el color del C.

Pongamos que en 3º de ESO lo ponen al D, deberás, como ya sabes, comprar por enésima vez, la camiseta La Salle Bonanova, esta vez de color azul oscuro, el color del D.

Y en Bachillerato, bueno, si nuestro hijo es retrasadito, pobre, y hace el Humanístico o Social, tendrá el orgullo de tener una camiseta La Salle Bonanova de color verde, el color del E, además de poder decir bien alto que él ha estado en todas las clases.”

Mientras tanto, los hermanos se frotan las manos porque les has comprado siete camisetas, a 20€ por camiseta, 140€ SÓLO EN CAMISETAS.

Mientras suspiraba indignado, me acerqué a la puerta que estaba a la izquierda de la sala. Hice memoria: La puerta siempre había estado allí, pero jamás la había visto abierta.

Inmediatamente después, como hubiera hecho cualquier humano de manera inteligente, comprobé si estaba abierta. No. Como haría cualquier humano de modo ya no tan inteligente, lo comprobé por segunda vez, como si fuera posible que en el segundo intento se abriera.

Evidentemente, no se abrió, pero me quedé con ganas de intentarlo por tercera vez.

Miré la hora en el móvil. Quedaban 9 minutos, por lo que podía intentarlo. Sabía que sólo pasa en las películas, pero tampoco tenía nada mejor que hacer.

Saqué el clip del bolsillo y lo metí en la cerradura. Hurgué como si fuera una nariz mientras tenía la mano izquierda empujando la manecilla de la puerta hacia abajo.

Tras un par de minutos, la puerta cooperó con James Bond y se abrió, aluciné enormemente y me puse a reír.

Pero no había tiempo para eso, había abierto la puerta a cuyo interior no había tenido acceso nadie. Miré atrás, para ver si había alguien y entré.

4º Mandamiento

“Honrarás a tus ideas porque eres un genio

Y lo sabes”

Salí de aquel oscuro sitio. Estuve aproximadamente unos tres minutos, el tiempo justo como para darme cuenta qué tenía que hacer.

Desde el umbral de la puerta se podían ver una escalera de caracol, y entre sombras y demás, me dio la sensación de que había cuatro pisos. Desgraciadamente, el ambiente carecía por completo de luz, y la pantalla de mi móvil, que podría haber sido fabricado perfectamente junto a las mesas de la 0.1, no abarcaba ni medio metro.

Al salir, volví a comprobar si había algún interruptor, pero en mi sorpresa, encontré algo más importante incluso, encima de un bidón tapado, estaba la llave de la puerta. Alcé la llave sobre mi cabeza con las dos manos y grité: Chanananaaaaa!

Sonó el timbre y salí a paso ligero, cerrando la puerta, llevándome la llave y una sonrisa. Recorrí el pasillo en sentido contrario, mientras pensaba que el Zelda me había perturbado la cabeza. Luego me reí de mis pensamientos, como siempre.

En medio del camino se me cruzaron cientos de niños pequeños, todos armados con pinturas y pinceles. Y si, he usado la palabra armado porque a un niño le das pintura y un pincel y te organiza una guerra que a su lado, los espartanos son teletubbies.

Ese miércoles se celebraba el concurso de pintura rápida de primaria. Preciosos recuerdos me vinieron a la cabeza al ver aquellas sonrisas infantiles que no sabían lo que les esperaba…

“Una mañana de primavera de 6ºde primaria, dos valientes artistas bajaron del cielo como cada año para deslumbrar a los mortales con su maravilloso talento para la pintura. El pincel de uno, era una parte más del cuerpo, un sexto dedo con el que coloreaba a la perfección con la mejor de todas las técnicas y el otro, junto a su fiel lápiz, dibujaba con finura y elegancia cada uno de los trazos que formaban el esqueleto del cuadro.

Estos dos genios, en realidad éramos Marc y yo. Pocos eran capaces de ver que apuntándose en un concurso de pintura (donde puedes hacer lo que te dé la gana) te saltas un día entero de clase. Pero claro, estás expuesto a pintar.

Y sí, en la introducción parecíamos dioses de la pintura; pero en realidad no teníamos ni idea.

Yo me apunté para saltarme clase, más que nada, para hacer algo diferente. Marc no. Él se apuntó para alargar su vida un día más.

Anna Bascuñana (soy marrana), fue nuestra tutora de 6º. Era una guarra, con todas sus letras. Si Rosa Ventura, Sara Tejerina o Isabel Rumañá fueron crueles, ella debería estar en esa salón de fama. Medalla de plata mínimo.

Al contrario que la ninja de Rumañá ella gritaba. Todo el santo día gritos y castigos:

-Josep!!! T’has tornat a deixar l’agenda!!! Em copiares 150 vegades ”Procuaré portar “la meva escola” a classe de dilluns a divendres”

Puedes pensar: Pero no es más fácil escribir “Portaré l’agenda”?. Tienes razón, pero ella es así, cuanto más larga sea la frase, más disfruta haciéndote copiar.

Como decía antes, Marc se apuntó porque tenía bastantes motivos para no venir y presentarse ante tal depredadora como Anna Bascuñana; pues no cumplir ninguna de los siguientes requisitos representaría, como mínimo, la muerte:

  1. No traer firmado un examen de catalán suspendido.
  2. No traer firmada una nota conforme no había firmado el examen de catalán
  3. No traer hechas las copias de: “Procuraré portar el día corresponent les còpies que he de fer perquè no aprobo els examens de català”.
  4. No traer las cinco repeticiones del dictado del examen de catalán
  5. Ser Marc Roig.

Apuntándose al concurso, podría esquivar durante un día a la Bascuñana, y escaparse una vez más del las garras de la muerte.

Como todos los años, el tema era: “Els jardins de l’escola”, tema aburrido de por sí, que colapsaba a las grandes mentes de la pintura como nosotros dos. Esta era nuestra excusa cuando nos preguntaban si lo de nuestros cuadros eran árboles, aviones, rascacielos o neveras.

Mi cuadro representaba una estatua de Sant Joan Baptista de la Salle, rodeado por un jardín lleno de flores de todos los colores que disponía, bajo un cielo azul celeste, un sol muy grande, y dos nubes muy blancas.

Puede parecer, y es, un cuadro infantil, una obra de alguien a quien la pintura se la trae floja, en resumen, un insulto al arte. Ah, y no busquéis la estatua y las flores por el colegio. Sólo existen en el corazón de las personas que aman la naturaleza (O eso ponía detrás del cuadro justificándome por haberme inventado el paisaje).

El cuadro de Marc, era más de lo mismo. Él simplemente pintó un árbol de color verde enorme en medio del cuadro,, le dibujó un tiesto (¿?), y le regaló 4 o 5 topos de colores que pretendían ser flores. Además, mientras pintaba el cielo se le acabó el azul celeste, y completó el espacio que le quedaba con el azul mío, que era un poco más oscuro que el suyo. De modo que su cuadro tenía 2 cielos, uno fuerte y uno claro.

Tan simples eran nuestras obras que acabamos algo antes de lo previsto. Como Marc no podía pisar la clase por su propia seguridad, estuvimos perdiendo el tiempo, (dibujando más nubes, más flores, etc…), pero al final, a 15 minutos de acabar nos echaron y nos obligaron a ir a clase. Mientras subíamos las 117 escaleras que había hasta las clases de sexto, hablamos un rato:

- Lluís, tu creus que em dirà alguna cosa?

-Home, jo no vull ser cruel, pero si no et mata, considera’t afortunat.

-No si ja… Total, tot per un examen de merda!

-Si bueno, crec que sospita que em còpies, eh…

-Per?

-No t’has fixat que en els dos últims ens ha separat?

-Ah, es veritat… Puta guarra, que llesta que és…

Entretanto, llegamos a la clase y miramos por la ventanita para ver si estaba la Bascuñana. Afirmativo.

Marc cruzó los dedos para que ella no se acordara de los castigos. Entramos, la Bascuñana siguió dando clase e ignoró totalmente nuestra entrada. Suspirando, Marc se sentó a mi lado y empezamos a seguir la clase. No me animaba mucho la idea, estaba todo el mundo callado escuchando lo que salía de esa lengua malvada.

-Això que farem a contnuació serà molt important de cara el futur, es diu Mínim Comú Múltiple, i més us val estar atents…-dijo ella mientras nos observaba atentamente.

-Sht, Marc, creus que se’n recorda?

-Mmm, de moment tot va bé, no?

Cuando de repente, sin venir a cuento, La Bascuñana se puso a grito pelado:

-Es pot saber perquè està tothom parlant!?-chilló, de modo que los cristales temblaron, los florescentes se movieron y los de última fila se despertaron.

-Com…?

-Pero què diu…?

-Eing…?

-Pero si estàvem tots callats, no…?

-A sobre mentiders! –siguió la esquizofrénica- Diria que no m’ho esperava, pero seria mentida! Sou una colla de pocavergonyes! N’estic farta de tantes ximpleries! Quan jo parlo, tothom es calla! Sabeu què? Ara no us ho explico, i punt!

(Siempre, repito, siempre he estado seguro que no sabe lo que es el Mínimo Común Múltiple. No había ningún motivo para decir que no nos lo explicaría por mal comportamiento.)

-Ah, i Marc Roig, has portat l’examen i les notes signades?

-Eh... es que....

-No!? Et quedes avui al final de classe! Tu i jo parlarem molt seriosament!

“Según él, la bronca fue terrible. La Bascuñana le gritó, le insultó y le amenazó cientos de veces. Le propuso sádicos castigos como permanencias de 8 a 9, de 5 a 6 y horas de patio ocupadas con, largas y fatídicas copias. Ante tales torturas, él prefirió callar y aguantar los ladridos de aquella paranoica histérica. Aunque pareció ser que el sermón fue de provecho, pues sólo digo que el día siguiente Marc le trajo todas las cosas que le debía.”

Tras atropellar a miles de niños, llegué a la puerta que da a la entrada del colegio y subí las escaleras para acceder al patio. Preferí no contar a nadie que tenía la llave que daba acceso a un lugar al que nadie podía entrar, más que nada, para evitar el efecto “Manzana Prohibida” que se resume en que: “Lo prohibido mola y las reglas están para saltárselas, yeah.”

A última hora tenía sociales. Me lo pasé, como siempre, en grande. Nuestra profesora, Laura Martí, es una mujer ya mayor a la que es extremadamente fácil tomarle el pelo. Físicamente, no me alargaré, simplemente visualiza la papada de un sapo y aplícala sobre la de una mujer de unos cincuenta y largos años, tirando a rellenita. A esta mujer le da por explicar cosas tristes y ponerse a llorar, mientras todos le decimos que lo que está contando es mentira. –Somos crueles- pensarás tú, que te crees el tío de los cereales-. Esta vez, te doy la razón. Nos metíamos con la mujer de más buen corazón de la Tierra. ¿Por qué? Porque es tonta.

Su ingenuidad llega a unos extremos que rozan la idiotez humana, y esa tarde se llevó la medalla de plata mínimo por lo que considero uno de los mejores momentos de Sociales 10’. Dice así:

-L’altre dia els de Batxillerat vàrem conèixer a una monja que venia exiliada de l’estranger i… - decía la mujer exaltada por darnos lo que para ella era una gran noticia.

-De quin país venia? –interrumpía algún toca-pelotas.

-D’un país molt petit y molt pobre y que viu molts conflictes polítics, que es diu Xexènia…

-Ala, Laura, no t’inventis països! –soltaba uno.

-Ya, ya, Laura, això no existeix! –le seguía otro.

Mientras tanto, los demás nos reíamos de una chica de la clase que se llama Xènia, llamándola Xexènia, poniendo voz de pueblerinos y escupiendo con las “x”.

-Que sí! Que us ho dic jo! –su voz se volvía angustiada por nuestra presión y continuaba su discurso…

-Doncs resulta que aquesta monja de Xexènia, no tenia braços perque els hi van tallar durant les tortures que va rebre al seu país perque ella es dedicava a cuidar de nens orfes russos, i això el seu govern ho prohibia.

-No siento los brazos! –dijo “alguien”, imitando pésimamente a Stallone.

La clase estallaba a carcajadas a la vez que la pobre Laura rompía a llorar mientras nos insultaba (nos llamaba ximplets, insensibles y inmadurs: Oh no, piedad).

Cuando se nos pasaban los ataques de risa la consolábamos diciéndole que los sentíamos y que sólo queríamos gastarle una broma, lo que reconfortaba a la inocente mujer y hacía que nos perdonase una y otra vez.

En fin, hice el camino a casa mientras perfeccionaba mi oxidada imitación de Stallone, que parecía haber perdido la perfección que antaño había logrado, a base de tener un hermano que adora Rambo I, II, III i IV…